El Museo Pueyrredón tiene el ambicioso objetivo de que la antigua Chacra del Bosque Alegre sea un espacio de reflexión sobre la historia argentina, de goce estético y de valoración del paisaje.
Nuestra misión es que el mensaje que este patrimonio cultural ofrece sea resignificado de la manera más abarcativa posible y no como expresión de un sector. Que sea un espacio vital de encuentro con la memoria y la identidad, herramientas necesarias para construir el presente y pensar nuestro futuro.
El sitio del Museo Pueyrredón se remonta a fines del siglo XVI cuando Juan de Garay realizó las primeras reparticiones de tierra entre sus compañeros de conquista. La casa principal, con su emblemático frente de columnas toscanas, seguramente creció sobre un pequeño rancho de paja y adobe de pocas habitaciones.
Hoy, este patrimonio cultural, con rastros de diferentes épocas, usos y materialidades, se alza como el exponente más antiguo de arquitectura colonial rural que existe sobre la costa norte de la ciudad de Buenos Aires.
La casa, que perteneció al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón (1776-1850), aliado de San Martín en el Cruce de los Andes y uno de los intelectuales y gestores más activos de nuestra independencia, fue escenario privilegiado de los años de construcción de la Nación.
Por estas razones, el sitio trasciende su arraigo local para ser un símbolo que merece ser indagado desde una dimensión regional y nacional.
El recorrido del museo comienza en una sala de orientación que despliega, en diferentes niveles de lectura, los cambios que se sucedieron en el territorio, la casa y sus propietarios. Luego, cada sala, funciona como un relato autónomo; un episodio condensador que acepta que toda colección es fragmentaria pero que, al desplegarse, debe intentar dar cuenta de una totalidad.
Así, se presenta la chacra como unidad productiva desde la esclavización hasta la mano de obra asalariada; el cambio del orden colonial al republicano; la devoción privada; las relaciones entre pintura y sociabilidad; el desarrollo del retrato como género pictórico desde la miniatura tardo colonial al cambio del gusto burgués y el mobiliario utilizado por las elites decimonónicas, entre otros.
En este montaje, adquieren relieve las figuras de los dos habitantes ilustres de la casa: en una sala se recuerda la actuación política de Juan Martín de Pueyrredón y en otras se exhibe la obra de su hijo Prilidiano, además de la reconstrucción museográfica de lo que fuera el taller que el artista construyó como mirador al río. Ambos resultan figuras claves para abordar el clima político y cultural de un largo periodo del siglo XIX. Una época que va desde que se producen los hechos políticos más significativos para el nacimientos de la República, en los que Juan Martín de Pueyrredón tuvo una gran participación, hasta el periodo posterior a Caseros y previo a la Guerra del Paraguay en la que Buenos Aires se percibe a sí misma como una ciudad con futuro de metrópoli y Prilidano Pueyrredón tiene un rol destacado como arquitecto y pintor.
HABÍA UNA VEZ UN MUNDO SIN CANILLAS
El agua es la protagonista de este recorrido. Seis gotas señalizan distintos espacios y dispositivos que nos hablan de la gestión del agua en la chacra del siglo XIX e invitan a pensar nuestra relación con este recurso vital.